En la elección de materiales curriculares, hay veces que esta decisión no depende del docente que los va a emplear; hay centros en los que se impone el uso de material editorial, independientemente de las concepciones educativas que se tengan. Hay quien, aun así, bordea el escollo y paralelamente realiza pequeños proyectos, pero es una situación bipolar.
Siendo difícil de asumir tener que trabajar con fichas cuando se cree que pode hacer de otro modo más significativo, igual de peligroso es imponer el trabajo sin ese apoyo, especialmente cuando no hay plantillas estables en los centros educativos o cuando hay personas con dependencia del material estandarizado. Hay quien asume la decisión del centro, pero mete en el aula “fichas de contrabando”; las fotocopiadoras están a toda máquina, reproduciendo fichas pirateadas de los ejemplares de muestra que dejan las editoriales o de las que se descargan de la red. Es también una situación bipolar.
Trabajar sin material editorial, bien realizando proyectos, secuencias didácticas u otras variables requiere de conocimiento y de coordinación de todo el equipo que interviene con el alumnado, de lo contrario acaba siendo un remix de improvisacións sin coherencia interna. Y entraña más implicacións incluso que las que tiene el uso de fichas. Sugeriríamos que tan sólo se adoptasen esas decisiones generales cuando todo el equipo esté en la misma órbita pedagógica, cuando se realicen proyectos de formación conjuntos y cuando tengan lugar reuniones de debate y reflexión para consensuar el modelo de escuela, de docente y educación que se pretende.
Cuando un centro decide prescindir del homogeneizador material editorial, debe tener en cuenta: